En breve:
El presente artículo expone la importancia de la escucha atenta para que se produzca verdadera comunicación entre los interlocutores y propone unas pautas a seguir para mejorar la actividad de escucha aplicándola a la realidad de las empresas dedicadas al asesoramiento.
Destacado:
– De las cuatro formas de comunicación la que ocupa casi la mitad de nuestro tiempo es la escucha
– Está comprobado que la mayoría de las personas no sabe escuchar a los demás
– Escuchar atentamente al resto de personas es una habilidad no un don, ni una suerte, ni algo natural
– Los subordinados deben escuchar lo que dice sus superiores con mucho interés para saber qué decisiones se adoptan y por qué se adoptan tales decisiones
1. La escucha en el proceso de comunicación
En todos los ámbitos de la vida de una persona (relaciones personales, relaciones familiares, relaciones sociales o relaciones profesionales) saber comunicar eficazmente es algo totalmente necesario e imprescindible. Los procesos de comunicación se dan en todos los ámbitos de la vida desde el momento de nuestro nacimiento y durante toda nuestra vida. Se producen situaciones de comunicación interpersonal en el ámbito del estudio, del trabajo, de la amistad o del conocimiento de las personas.
Solemos estar confundidos al pensar que comunicar es solo hablar. La verdadera comunicación implica muchas más cosas que el mero hablar. Nos pasamos un 70 por 100 de nuestro tiempo comunicándonos con los demás y lo hacemos de cuatro formas diferentes: hablando, escuchando, leyendo y escribiendo. De las cuatro formas de comunicación la que ocupa casi la mitad de nuestro tiempo es la escucha, a continuación viene el habla, en tercer lugar la lectura y en el cuarto la escritura.
La comunicación es mucho más que palabras. Las palabras por sí solas pueden ser información pero la comunicación es un proceso entre dos o más personas en el que la persona que escucha percibe exactamente lo mismo que la persona que habla quiere expresar.
En la comunicación se conjugan el hablar y el escuchar de manera profunda. Hay que hablar sabiendo lo que se dice y lo que se pretende que entienda la otra parte y para escuchar bien hay que hacerlo de forma incondicional, sin tratar de interrumpir, opinar o juzgar sino escuchando para entender.
No hace falta insistir sobre la importancia de la escucha en el proceso de comunicación. Se debe escuchar para comprender a los demás (sus opiniones, sus puntos de vista, sus tesis) y no sólo para responder a sus preguntas.
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