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áEl euro ya está aquí! El temido 1 de enero de 2002 finalmente ha llegado, y con él, las incertidumbres que conlleva el proceso de adaptación a la moneda única europea. Debemos recordar que, si bien durante el período de convivencia entre ambas monedas, pesetas y euros, hasta el 28 de febrero de 2002, existe la posibilidad de continuar utilizando la peseta, ésta, a efectos fiscales y contables, ha perdido ya su validez, es decir: a partir del 1 de enero, todas las declaraciones deben realizarse obligatoriamente en euros.
En el momento de escribir estas líneas, hoy, primer día laborable del recién estrenado año, nos encontramos todavía con numerosos interrogantes por responder. Dos son, en nuestro entender, las cuestiones fundamentales que se plantean en este período de coexistencia: cuál será la capacidad de adaptación de la sociedad española a la nueva moneda y cúal será, finalmente, el efecto de la implantación del euro sobre la inflación.
Respecto a la primera cuestión, en nuestra opinión, existe todavía un cierto grado de confusión y desorientación en el ciudadano. Las largas e inesperadas colas formadas ante las escasas entidades financieras abiertas al público el primer día del año (únicamente un 2% sobre el total) para abastecerse de euros, así como el hecho de que el número de euros disponibles se agotara en algunos casos, no pudiendo disponer los comercios de la nueva moneda, denotan una preocupante falta de previsión, o, cuando menos, una elevada desinformación.
Desde el Gobierno se nos intenta convencer con insistencia de que lo mejor es adaptarse cuanto antes a la nueva moneda. Y ello es así: como cualquier cambio, debe realizarse con rapidez para que resulte lo menos traumático posible. Pero en la práctica, en el día a día, todavía resulta difícil vivir totalmente en euros. Muchos comercios son reticentes a la plena conversión hasta que la peseta pierda su total valor, se argumenta que el tiempo de espera aumenta un 20% en las operaciones realizadas en euros y las fechas de intenso volumen de ventas en las que nos encontramos (campaña de Reyes y posteriores rebajas de enero) no facilitan demasiado las cosas.
Sobre la segunda cuestión, a pesar de que se nos ha asegurado repetidamente de que los precios no deben variar, y del famoso «Código de Buenas Prácticas», lo cierto es que los precios de muchos productos y servicios básicos (bares, taxis, tabaco, supermercados, etc.) sí se han redondeado al alza, suponiendo en ocasiones un aumento considerable. Ello sin tener en cuenta los porcentajes de error involuntario en el tipo de conversión, que también los hay (entre un 6 y un 7%).
En nuestro entender, hubiera sido deseable establecer un período de convivencia algo más breve (en otros países de la zona euro, como Alemania, desde el día 1 de enero desaparece definitivamente el marco alemán, y en otros Estados se limita a dos semanas). Asímismo, también hubiera sido aconsejable que bancos y cajas de ahorros ampliaran sus ya limitados horarios de atención al público durante estos dos meses.
Ahora bien, no debemos olvidar las ventajas que nos ofrece la moneda única. Desde los sindicatos se nos informa de que el euro comportará la creación de 20.000 puestos de trabajo. Por otra parte, favorecerá el crecimiento económico, la bajada de los tipos de interés, la reducción de costes en los viajes, una mayor estabilidad y transparencia en los precios y en la competencia, etc.
Como siempre, desde esta redacción estaremos pendientes de los acontecimientos. De momento, Feliz y Próspero Año 2002 a todos nuestros lectores, de todas las personas que hacen posible nuestra publicación.
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