En los últimos tiempos, hemos tenido conocimiento de que la Liga de Fútbol Profesional (L.F.P.) ha llamado a capítulo a varios Clubes de la Primera y Segunda División, a raíz de la deteriorada situación que reflejan sus cuentas. Si los desfases no se regularizan, esos clubes entrarían en causa de disolución.
¿Por qué? El negativo diagnóstico que se formula a la vista de los balances en bastantes Clubes de fútbol estriba en que los fondos propios caen por debajo de la mitad de la cifra del capital social, en ocasiones se hunden bajo unos mínimos imposibles, con lo cual, al revestir la mayoría de los clubes que disputan las competiciones profesionales la forma de Sociedad Anónima Deportiva, de conformidad con el artículo 260 del Real Decreto Legislativo 1564/1989, de 22 de diciembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Sociedades Anónimas, están incursos en causa de disolución. Y no hay más. Por ende, o se regulariza el desequilibrio patrimonial o la espada de Damocles pende sobre esos clubes.
Lo cierto es que las cuentas de resultados de muchos clubes de fútbol arrojan un signo deficitario. Los gastos, muy a menudo, sobrepasan de largo a los ingresos. Se pierde. Algunos clubes hacen equilibrios circenses cuadrando los números a base de generar plusvalías extraordinariamente atípicas que a veces entran en la órbita de la más pura ingeniería financiera, u otorgando exagerados valores a ciertos activos.
Por más que algún nefasto gestor de club de fútbol se empeñe en sostener que las cuentas de pérdidas y ganancias del fútbol son atípicas – cuyo equipo, por cierto, ha sufrido un sonado descenso -, lo cierto es que justamente son todo lo contrario. Es decir, las cuentas de resultados de los clubes de fútbol son de lo más típico habido y por haber.
La mayor parte de sus ingresos, procedentes de las cuotas de socios y abonados, junto con el suculento paquete de los derechos televisivos más otros ingresos por esponsorización y publicidad, que copan un altísimo porcentaje del presupuesto, se conocen de antemano. Luego, en función de cómo se desenvuelva el equipo en las diferentes competiciones, los ingresos que se generen se mantendrán, subirán o bajarán. El taquillaje, concepto más bien secundario, depende del rendimiento del equipo.
Entonces, ¿dónde está el problema? En el volumen de gasto en que incurren los clubes, con retribuciones monstruosas a la plantilla, en la falta de rigor económico a la hora de acometer dispendios y en los desajustes morrocotudos que se dan sobre el presupuesto elaborado. Si echamos una ojeada a las desviaciones presupuestarias de muchos clubes de fútbol, Öipso factoÖ se confirman unas diferencias apabullantes, de millones de euros a veces.
Por D. José Mê Gay Saludas.
Profesor de Economía Financiera y Contabilidad.
Universidad de Barcelona. Escuela de Administración de Empresas (E.A.E).
Colaborador habitual de FISCAL-LABORAL AL DÍA
jmgay@jmgay.net
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