Si en vez de tan distinguidas y diabólicas finanzas de alto copete muchos de esos que aconsejan y desaconsejan la toma de posiciones en determinadas sociedades o que apuestan por invertir en ciertas compañías con los ojos cerrados, porque la tasa de retorno de la inversión es casi celestial y su rentabilidad exuberante, se hubieran dedicado a ÖrascarÖ sobre la calidad de los números que pone de manifiesto la contabilidad, a buen seguro que los fracasos que se estaban gestando hubieran sido predecibles, batiéndose en franca retirada los ingenuos y pobres ahorradores. El problema es que hoy en día asistimos a la arrogancia de las altas finanzas y áasí nos va! áMás contabilidad pura y dura y menos finanzas sofisticadas de altos vuelos!
La contabilidad, bien entendida, en pura esencia, da para mucho. El análisis contable, con auténticas vibraciones y buen significado, impregnado de sentido común, visión económica, alma financiera y raciocinio patrimonial, permite entender un sinfín de cosas que acontecen o están por venir en la vida empresarial, explicando el porqué de lo sucedido, previendo lo que acaecerá. No se trata, en contra de lo que tan a menudo se cree, de endilgar un rosario interminable de, a veces, indescifrables ratios o enrevesados flujos. No. Nada de eso.
Es preciso escudriñar los puntos clave de la cuenta de pérdidas y ganancias, captar las sensaciones de los ingresos que se generan así como el impacto y naturaleza de los gastos: en qué se gasta y por qué se gasta, cuánto se gasta y qué ingresos se obtienen a cambio, vinculando el gasto al ingreso; Öinvertir en gastosÖ para generar ingresos. Es ineludible comprobar si la gestión económica se salda con signo positivo o negativo y, en todo caso, si los beneficios de explotación absorben la dentellada de los gastos financieros, el ritmo y frecuencia con que afloran resultados extraordinarios que, en ocasiones, terminan por convertirse en ordinarios de tan ordinaria y habitual que es su presencia …
El carácter industrial, comercial o de servicios de toda entidad ha de tener su vivo reflejo en el balance. Y ahí está, tiene que estar la imagen fiel, con toda su grandeza y verdadera dimensión. Los esfuerzos en I+D que marcan un futuro independiente o dependiente. Los volúmenes de inversión en equipos industriales y el momento de acometerlas con el consiguiente endeudamiento por el flanco financiero … Amortizaciones ora parsimoniosas, ora aceleradas. Los voluminosos y lentos stocks que apenas rotan, los elevados saldos de clientes que se acomodan, esas malditas cuentas con socios y empresas del grupo de dudosa realización, pero que a pesar de su antigí¼edad siguen tan campantes … El peso, de vez en cuando insoportable, de los costes de personal … Las fanfarrias de los gastos diversos …
En fin, un animado surtido de cuestiones, un buen elenco de propuestas para ir desarrollando. Pero, siempre y en todo momento, trabajando con cuentas anuales, manejando balances, ordenándolos idóneamente para su estudio, ahondando en cuentas de pérdidas y ganancias que se formatean para proceder al análisis del meollo nuclear de una bien estructurada cuenta de resultados que haga inteligible la difícil lectura del formato oficial, acudiendo constantemente a la memoria para comprender el por qué de esos números que lucen en los estados financieros, consultando el informe de auditoría para posicionar concreta y correctamente las magnitudes contables …
Leyendo e interpretando balances y cuentas de resultados para entender sus números, para concluir acerca de las finanzas empresariales …, manejando ratios e indicadores apropiados. Ésta es la propuesta para una tarde cualquiera, para sacar jugo a unos guarismos, para diagnosticar acerca de la situación real sobre cualquier entidad.
Por José Mê Gay Saludas. Profesor de Contabilidad U.B. y E.A.E. jmgay@jmgay.net
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