Transcurrido un año desde el 1 de enero de 2002, fecha de entrada en vigor de la moneda única europea, una realidad es cierta: el efecto de la implantación del euro sobre la inflación ha sido muy superior a lo que se preveía doce meses atrás. Es evidente que con el euro cuesta más llegar a fin de mes, y el ciudadano de a pie se muestra firmemente convencido de que el redondeo a la moneda única se ha aprovechado para incrementar y encarecer ostensiblemente los precios en general. La mayoría de productos y servicios básicos (supermercados, taxis, tabaco, etc.) se han redondeado al alza, suponiendo, en ocasiones, un aumento considerable.
SI bien del estudio sobre el seguimiento de los precios, realizado por la Organización General de Consumidores y Usuarios (OCU), se desprenden notables diferencias según los diversos sectores Öpor ejemplo, en el ámbito de la hostelería, se calcula que el incremento ha superado el 10%-, no deja de ser preocupante que desde septiembre de 2001 a marzo de 2002 la subida media de los precios haya sido del 3,4%. En cualquier caso, no nos inquietemos: en Holanda, el impacto del euro sobre la cesta de la compra de las familias supera incluso el 1,5%, alza dos veces superior a la prevista, registrándose aumentos similares en Irlanda y Alemania. Curiosamente, se produce la paradoja de que los encarecimientos más elevados se producen en los países que disponían de mayor información.
Asímismo, por lo que se refiere al proceso de implantación del euro, si bien únicamente el 19% de los encuestados manifiesta haber tenido dificultades en cuanto a la implantación de la moneda única Öe incluso, como era de esperar, un 71% de los menores de 20 años asegura que la adaptación ha sido fácil- doce meses después, todavía cuatro de cada diez españoles (un 41%) siguen realizando la conversión a pesetas en las operaciones más habituales -es decir, pagan en euros utilizando la ÖeurocalculadoraÖ, pero siguen Öpensando en pesetasÖ. Las inevitables referencias a las monedas nacionales son comunes: únicamente un 18% de los europeos y un 21% de los españoles asegura realizar sus cálculos directamente y exclusivamente en euros.
Sin embargo, el 55% de los españoles desean que continúe el doble etiquetado en euros y en pesetas, en los documentos bancarios y en las facturas y tickets de las tiendas y centros comerciales, y el 58% solicita que esta medida se prolongue al menos durante un año más. En Europa, esta iniciativa únicamente la reclama el 45% de los ciudadanos.
No obstante, pese a que siguen quedando diversos interrogantes por responder, el proceso de lanzamiento de la moneda única europea se halla prácticamente completado. Así, salvo las dificultades de cálculo y el incremento de los precios, en España únicamente se declaran contrarios al euro un 16% de los entrevistados, mientras que existe un 23% que se muestra indiferente. El 59% de los europeos considera que la nueva moneda comunitaria aporta más beneficios que perjuicios, y el 62% declara sentirse satisfecho de pertenecer a la ÖeurozonaÖ. Por tanto, la respuesta y capacidad de adaptación de la sociedad española al euro ha sido y está siendo positiva.
Como siempre, desde esta redacción estaremos pendientes de todos los acontecimientos que tengan lugar en nuestra materia. De momento, Feliz y Próspero Año 2003 a todos nuestros lectores, de todas las personas que hacen posible nuestra publicación.
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