En una reciente encuesta realizada entre Directivos españoles, se concluyó que la extensión de la jornada laboral es el principal obstáculo con el que se encuentran los directivos para conciliar su vida familiar con su desarrollo profesional, según se señala en un 63% de los casos. A la pregunta de cuánto tiempo acostumbra a prolongarse diariamente la jornada laboral, el promedio está entre las dos horas y las dos horas y media, por lo que, conociendo el mundo empresarial, no es descabellado pensar que a multitud de directivos, mandos intermedios o personal de base se les puede alargar mucho más.
Según este informe, el horario flexible es la modalidad de conciliación que un mayor número de trabajadores disfrutan en sus organizaciones, siendo además la medida de mayor antigí¼edad. El contrato a tiempo parcial, planteado en sus inicios como vía de conciliación, ha sido uno de los grandes fracasos de la reforma laboral en nuestro país.
La reducción de jornada con reducción proporcional de salario también es una medida frecuente de conciliación con cierta antigí¼edad, si bien consideramos que únicamente es viable en la función pública o en sectores muy concretos. Por último, otras politícas, como el teletrabajo, el trabajo el casa o la coincidencia del horario laboral con el escolar son relativamente poco utilizadas en nuestro país.
Los viajes de trabajo constituyen otro escollo a la conciliación, ya que requieren una dedicación exclusiva durante el período en que se producen, lo que obliga a muchas personas a elegir o renunciar a uno u otro ámbito. Y otro obstáculo importante puesto de manifiesto en la encuesta son los horarios de los cursos de formación, que suelen tener lugar fuera del horario laboral, estando implícitamente ligada la formación con el desarrollo profesional. Por ello son muchas las empresas que intentan que todo el equipo humano de la entidad pueda tener acceso a la misma.
En opinión de quien suscribe, sería necesario un cambio de mentalidad, evitando el arraigado concepto de identificar productividad a número de horas, proviniente de la cultura industrial. En el sector terciario, sobre todo en determinadas profesiones, deberíamos tomar conciencia de que el hecho de trabajar más horas no nos hace más rentables, sino que, a la inversa, el quid de la cuestión está en hacer más rentables las horas laborales. Evaluar a los empleados de forma objetiva, por sus actitudes o resultados, sería un buen comienzo.
Armonizar la vida profesional y privada – en el bien entendido que ambas parcelas sean satisfactorias para el desarrollo personal – sin renunciar a las múltiples obligaciones que ambas facetas exigen, en la práctica, es un objetivo difícil pero no imposible. Lo cierto es que las estadísticas demuestran que en las empresas que llevan a cabo politícas adecuadas de conciliación, el grado de implicación de los empleados con las mismas es superior a la media. La cuestión, como mínimo, debería hacernos reflexionar.
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