Günther Oettinger, voz de Alemania en la Comisión Europea desde hace ocho años, dejó caer en una conferencia una idea: crear un impuesto a los plásticos en la Unión Europea.
La primera estrategia de la Comisión Europea sobre los plásticos, desvelada a principios de semana, no incluye la creación de ningún impuesto al plástico. Para ser honestos, tampoco contiene ninguna otra medida tangible, sino más bien un objetivo que ni siquiera aún se ha asumido: que todos los envases plásticos sean reciclables o reutilizables en 2030.
En el mismo sentido se ha pronunciado, Jirky Katainen, vicepresidente de la Comisión Europea, quien ha expresado en público sus dudas sobre que un proyecto de este tipo sea alcanzable. Pero Oettinger insiste en dicho proyecto. Afirma que ha tenido buena acogida entre sus colegas y que lo analizarán en mayor profundidad.
Dependencia peligrosa al plástico
«No podemos vivir sin ellos, pero pueden matarnos». Así de sencillo lo plantea el vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermans. En la última mitad de siglo, los plásticos se han convertido en una piedra angular de nuestras vidas. Son baratos, versátiles y resistentes. Tanto, que no se sabe cómo hacer que desaparezcan. Se reciclan poco y se reutilizan aún menos.
Un simple tenedor olvidado en un parque tras una reunión familiar puede seguir ahí cuando ninguno de los asistentes a la reunión continúe viviendo. Y lo peor de todo es que los plásticos no se «pudren», sino que se fragmentan en trozos microscópicos que al final se dispersan todas partes. «Estamos respirando y bebiendo, microplásticos. Ya se encuentran en cada criatura, incluso en los icebergs del Ártico», advierte Timmermans.
En la UE, se generan cerca de 26.000 toneladas de basura plástica cada año. Menos de una tercera parte se recoge para reciclarla. Del 70% restante, buena parte se exporta a vertederos como los de China, que acaba de decidir que deja de ocuparse de más basura extranjera. La UE va a tener que administrar sus propios desechos. Pero ¿qué se puede hacer con ellos?
Bruselas cree que hay que apostar por fomentar el reciclaje y la reutilización, sobre todo de los envases, que conforman un 60% de los residuos plásticos. Ya se han dado algunos leves avances, como prohibir un tipo de bolsas extremadamente finas que se rompían tras un solo uso. Pero una moratoria sobre todo el plástico es inviable.
Un simple tenedor olvidado en un parque tras una reunión familiar puede seguir ahí cuando ninguno de los asistentes a la reunión continúe viviendo.
Se abre ahora un periodo en el que Bruselas tanteará el terreno. Primero entre las capitales. Algunas ya han exigido más ambición, como Estocolmo o Copenhague, líderes en reciclaje en la UE. Pero entre los colistas —Rumanía, los Bálticos o Malta— se observa con recelo los intentos europeos de «imponerles» lo que consideran costosas políticas verdes.
Aunque a la hora de hablar de dinero, la Comisión estima que con el modelo actual, la UE está tirando por la borda el 90% del valor del plástico. Un despilfarro que ha llegado a cuantificar: entre 70.000 y 105.000 millones de euros al año. La otra cara de la moneda es que fomentar las alternativas, el reciclado y la investigación es costoso. Bruselas prevé destinar 100 millones a investigar, una cantidad insuficiente por sí sola.