Altos directivos experimentados, generalmente de multinacionales, y con probado prestigio que buscaban nuevas ventanas de crecimiento profesional en el extranjero. Ese era, antes de que la crisis prolongara su reinado de desconfianza durante más de un lustro, el perfil del expatriado laboral español.
Ahora, los profesionales que se desplazan son trabajadores que se encuentran en el germen de su carrera profesional. La ambición es la misma, pero el punto de partida cambia. Antes, se quería ir un paso más allá en una carrera consolidada, buscar una recompensa; en este momento, los profesionales intentan dar los primeros grandes pasos hacia adelante, en definitiva, buscarse la vida.
Es la crisis entendida como oportunidad aprovechando la ventaja de un entorno empresarial en el que cada vez hay menos fronteras y en el que muchos negocios incluso han integrado la movilidad laboral dentro de su estrategia. O lo que la firma de «relocation» Eres ha dado en llamar «empleado globalizado». A diferencia del clásico «expatriado laboral» que estaba en cualquier agenda de los «head hunter» de hace una década, este «empleado globalizado» suele ser soltero, bastante más joven, no tiene «cargas» familiares y percibe su aventura en el extranjero no solo como una oportunidad de mejorar su trayectoria profesional, si no «como una experiencia de vida que les aporta valor».
En todo caso, el deseo de abandonar nuestro país parece más enraizado entre los mayores de 30 años. Dos de cada tres tienen en la cabeza la posibilidad de hacer las maletas. Sin embargo, la tendencia podría estar cambiando. Según un reciente informe de Adecco, el elevado paro está disparando el número de personas mayores de 45 años con familia que salen de España, impulsando además la emigración entre los perfiles de baja cualificación.