En 2001 era del 33,48 por ciento y en 2004 del 34,53 por ciento
La presión fiscal, entendida como el conjunto de ingresos fiscales en relación al PIB aumentó en el año 2006 en 0,93 puntos pasando del 35,59 al 36,52 por ciento.
Según la Intervención General de la Administración del Estado este aumento de la presión fiscal se explica por el crecimiento del empleo que permite recaudar más por impuestos sin aumentar la presión fiscal individual que corresponde a lo pagado por cada contribuyente.
Esta presión fiscal global está repartida entre los diversos niveles de la Administración y la Seguridad Social. Así, al Estado y organismos autónomos le corresponde el 13,22 por ciento del PIB (destacan la recaudación por el IRPF, por el Impuesto sobre Sociedades y el IVA). En el caso de la Seguridad Social, las cotizaciones a la misma representan el 11,76 por ciento del PIB. Sumando los tributos exigidos por las Comunidades Autónomas los mismos representan el 8,13 por ciento del PIB. Por último, las Corporaciones Locales significan una presión fiscal del 3,08 por 100 del PIB.
Pese al crecimiento de la presión fiscal, España está aún lejos de igualar la media europea. El peso de los impuestos supone el 40,8 por ciento de la economía en los 27 países comunitarios y un porcentaje algo superior, el 41,2 por ciento en la zona euro, según datos de Eurostat.
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