La UE no logró ayer pactar una norma para evitar la ingeniería fiscal que permite a las multinacionales, en particular las estadounidenses,
librarse de pagar impuestos por su actividad en Europa. Suecia frenó el acuerdo por temor al impacto en empresas como Volvo o Ericsson, aunque
se mostró dispuesta a dar la luz verde si Bruselas garantiza que la norma no les afectará.
La falta de acuerdo obligó al Ecofin (Consejo de Ministros de Economía y Finanzas) a retrasar la aprobación de la enmienda de la directiva de matrices y filiales, una reforma que pretende cerrar las escapatorias legales que aprovechan algunas multinacionales para reducir drástica-
mente su carga impositiva en Europa o, incluso, obtener devolución de impuestos en las haciendas nacionales.
La nueva directiva se ha tramitado en un tiempo récord, pues el proyecto fue aprobado por la Comisión Europea el pasado mes de noviembre. Pero su aprobación definitiva quedó ayer paralizada por las objeciones planteadas por Suecia.
La Comisión Europea se mostró dispuesta a negociar los retoques técnicos necesarios para evitar daños colaterales de ese tipo. Y Grecia, como presidencia semestral del Ecofin, intentará cerrar de nuevo el acuerdo definitivo el próximo mes de junio.
Aun así, incluso si se logra ese acuerdo, la aprobación de la reforma no será completa. El proyecto inicial de la CE incluía también la ampliación de una cláusula antiabuso que permita a las Administraciones nacionales suspender la repatriación de dividendos desde la filial de una empresa en un país europeo a la matriz domiciliado en otro. Pero en el Ecofin no existe todavía unanimidad para ampliar esa cláusula, por lo que la negociación para reformar la directiva deberá continuar el próximo semestre bajo presidencia italiana.
La directiva actual exime de impuestos esos dividendos en el país donde ha sido generados porque se supone que serán gravados en el país de origen de la empresa.
Pero las multinacionales extracomunitarias aprovechan esa posibilidad para librarse de su carga impositiva. La estrategia es tan sencilla que más que ingeniería parece bricolaje: las multinacionales trasladan los beneficios a un país de la UE, léase Irlanda, que permite la salida de impuestos hacia países terceros sin pagar impuestos. A través de esa gatera se escapan unos ingresos que, unidos a la evasión y el fraude fiscal, suponen cada año, según la UE, un billón de euros. Solo para España, el potencial de recaudación si se cerrasen esas fugas ascendería a unos 72.000 millones de euros, es decir, suficiente para colocar el déficit público a cero.
Fuente: Cinco Días