Desde hace años, al contrario de lo que se pueda pensar, los despachos de abogados no cierran en agosto, debido a cualquier tema de urgencia que pueda surgir de sus clientes, tanto empresas como particulares.
En palabras de Carlos Pavón, socio director de IURE Abogados. “Cuando los acontecimientos no esperan, lo más apropiado es adaptarse a ellos, algo que hemos hecho ya desde hace años, valiéndonos del uso de las nuevas tecnologías para mantener el contacto necesario con los clientes en la etapa de vacaciones, brindándoles un servicio más cercano, virtualmente hablando, más allá de la presencia física del abogado en el bufete”.
Ahora bien, si el uso de las TIC facilitan enormemente la fluidez de la comunicación, no reemplazan la presencia del profesional al momento de realizar determinadas acciones, de modo que para el descanso de verano se debe planificar previamente la alternancia de las vacaciones de unos y otros integrantes del bufete, garantizando cumplir con las diligencias que sean necesarias para los clientes, con la posibilidad de estar en los días libres y aún así tener la obligación de acudir a atender alguna situación muy específica y urgente.
“Las puertas abiertas de un despacho de abogados, una consultora o gestoría todo el año irradian la imagen de compromiso con los clientes, que de seguro se sentirán más confiados al saber que la prestación de servicios y el cumplimiento están en primer lugar. No es cosa de sacrificar el descanso, sino de organizarlo y repartirlo”, aconseja Carlos Pavón.
¿Es tan importante esta medida, por que a fin de cuentas, serán pocos los clientes que requerirán intervención legal en los días de verano? La respuesta remite a lo que podría ser el equivalente al juramento hipocrático de los profesionales de las leyes: estar siempre listos para anticipar y prevenir riesgos legales, un tema crucial en toda empresa y que incluso puede llegar a repercutir en su continuidad como tal. Estar disponibles, de turno ante cualquier contingencia, es muy valioso a los ojos de los clientes y realmente invaluable cuando llega ese momento que justifica el esfuerzo.
“La disponibilidad de los abogados de oficio en las vacaciones está señalada por su respectivo Colegio de Abogados, especificando días concretos. Los privados deben hacer algo similar, tanto pensando en sus clientes como en el prestigio de la firma”, aconseja el socio de IURE.
La importancia de las vacaciones adquiere matices nuevos desde una visión actual. Significa alternar días de descanso con otros de “guardia”; es también mantener canales de comunicación abiertos con los clientes recurriendo a las tecnologías de la información; es una oportunidad para demostrar compromiso y seriedad y, por qué no, es además un buen momento para reflexionar acerca de la marcha del bufete, de la formación personal y de las ideas y proyectos profesionales.
Además, es un momento interesante para abrir las puertas a los practicantes de derecho, estudiantes de último año que buscan realizar las prácticas profesionales de rigor en el despacho y que en un futuro podrían integrar el equipo de abogados de la firma
Carlos Pavón concluye, “las vacaciones son un descanso de la rutina, pero no un desentendimiento de los deberes, y mucho menos un abandono de la actividad profesional. Un abogado de vacaciones continúa siendo un abogado, con toda la responsabilidad que haya adquirido como representante de los intereses de sus clientes”.